La Historia de los Marianos

Humilde nacimiento... Creatividad juvenil... El rechazo... Traición... La salvación de la muerte... El exilio a Siberia... Cerca de la muerte... Milagroso renacimiento...

¿Componentes de una maravillosa novela o fascinante biografía? No, son los hechos tomados de la vida de una comunidad religiosa católica de sacerdotes y hermanos - la Congregación de los Marianos de la Inmaculada Concepción. Desde su fundación hace más de 300 años en 1673 en Polonia, los Marianos de la Inmaculada Concepción han estado al servicio de la Iglesia sin notoriedad y en medio de una historia repleta de acontecimientos tumultuosos.

Nuestro comienzo está ligado a un período de la historia de Polonia marcado por las imágenes de edificios en llamas, el conflicto armado, y muchas víctimas de la guerra. Sobre estos tiempos habla el escritor polaco Henry Sienkiewicz en su obra titulada Trilogía, donde describe las guerras cosacas, la invasión sueca, la heroica defensa del convento de Jasna Góra (Monte Claro) y finalmente, la victoria de Polonia sobre la invasión de los turcos.

El Fundador de los Marianos

Durante esos tiempos agitados del año 1631, que Juan Papczynski nació en la pequeña aldea de Podegrodzie, al sur de Polonia. Años más tarde, por la gracia de Dios, él sería conocido como el Padre Estanislao de Jesús María Papczynski, quien es el Fundador de los Marianos y reconocido desde el 16 de septiembre del 2007 como Beato.

Desde sus inicios en su pequeña aldea, Juan Papczynski fue llamado por Dios a una serie de grandes tareas, empezando con su entrada en la vida religiosa en la Congregación de los Escolapios en 1654. Allí se convirtió en el primer polaco que tomó los votos en la Orden Escolapia. Durante ese período, la Providencia unió la vida de San Estanislao con Mazovia, la región alrededor de Varsovia, la capital de la comunidad Polaco-Lituana.

Esta región siempre estuvo expuesta a frecuentes conflictos armados, especialmente entre los siglos XVII y XVIII. El país se mantuvo en guerras con Turquía, los Cosacos, Rusia, Suecia, y más tarde, con el viejo estado vasallo de Prusia, y un antiguo aliado, Austria.

La ciudad de Varsovia estaba siempre bajo ataques y por consecuente liberada en numerosas ocasiones. Las regiones aledañas fueron quemadas y saqueadas por diversos ejércitos a lo largo de los años. Durante estos tiempos difíciles, San Estanislao Papczynski llevaba con ardor la Palabra de Dios a los más necesitados, ganándose el apodo de "Apóstol Mazoviano."

La región de Mazovia, de hecho, fue la cuna de los Marianos. Los historiadores narran que fue allí el nacimiento de nuestra Orden en 1673. En el otoño de aquel año, San Estanislao Papczynski estableció el primer monasterio Mariano en una peque&ontilde;a parte de Korabiewska Puszcza (Floresta de Korabiew), cerca de Skierniewice. Hoy en día se llama Puszcza Marianska (Floresta de los Marianos).

Inspirado por Dios, después de 19 años de vida con los Escolapios, San Estanislao deja esta Orden para responder al llamado del Señor de establecer una nueva familia religiosa dedicada a la Inmaculada Concepción. Además de heredar de su casa paterna una devoción a la Virgen María, su decisión, evidentemente, también fue influenciada por la gran devoción mariana de la nación polaca.

Cabe destacar que en la vida del Padre Papczynski, dos grandes factores atribuidos a la intercesión de María profundizaron mós su devoción. El primero fue la defensa milagrosa del monasterio de Jasna Góra en Czestochowa, salvando el histórico monasterio de la destructiva invasión sueca. El segundo fue la consagración de Polonia a María por el rey Juan Casimiro en Lvov (Lviv de hoy, Ucrania) bajo el título de Reina de Polonia, en gratitud por la victoria sobre los invasores suecos.

Devoto a María, preocupado por las almas

La devoción a la Virgen María de San Estanislao, se enfocó particularmente en su Inmaculada Concepción. Él habló acerca de esto en sus sermones y también tiene varios manuscritos acerca de su particular devoción. El escribió "Creo en todo lo que la Santa Iglesia Romana cree… ante todo profeso, que la Santísima Madre de Dios fue concebida sin pecado original."

Ese privilegio de la Inmaculada Concepción era especialmente atesorado para San Estanislao, escribiendo extensamente sobre el tema. Como un caballero en los tiempos antiguos, que juraba defender el honor de su dama, él hizo un voto de sangre para dar su vida si fuese necesario en defensa del honor de la Virgen María y de su Inmaculada Concepción. La historia demuestra que cumplió fielmente esta promesa, no sólo con su vida, sino también con la creación de una orden religiosa dedicada a promover la Inmaculada Concepción.

Otros dos factores pesaron grandemente en la forma de pensar de San Estanislao, para que Dios le dejase fundar una nueva orden religiosa. En el periodo de la invasión sueca,  San Estanislao fue testigo de la muerte de miles de víctimas en los campos de batalla o también de las terribles pestes. Él mismo acompañó a las tropas polacas como capellán en la batalla contra Turquía en Ucrania en 1674.

El Padre Estanislao se sintió profundamente entristecido al observar cómo multitudes de personas morían sin preparación para el encuentro con Dios e incluso tuvo visiones místicas de los sufrimientos de sus almas en el Purgatorio. Estos factores combinados con el profundo espíritu caritativo que siempre lo caracterizó, encargó a su familia religiosa una misión especial: oración y la penitencia en favor de los difuntos, sobre todo las víctimas de la guerra y de las pestes.

Además de la guerra y la violencia, San Estanislao observó la decadencia en una vida moral y religiosa de sus compatriotas. Por este motivo dispuso que la nueva Orden Religiosa tuviera un profundo interés por la educación religiosa. Sus miembros actuarían con profundo celo misionero al llevar la doctrina de la fe a los más necesitados.

Una nueva Orden

Así, San Estanislao estableció la Orden Mariana con un pequeño grupo de compañeros en Puszcza Korabiewska. La vida de la Orden Mariana se basó en una Regla de Vida, escrita por él mismo. Al principio los Marianos llevaron una vida eremítica (vivieron en soledad), buscando el reconocimiento y aprobación final de la Iglesia. Poco tiempo después, esta nueva orden recibió la aprobación local de su Obispo Esteban Wierzbowski, quien más tarde les ofreció una nueva casa en la Nowa Jerozolima (Nueva Jerusalén) localizada cerca de Varsovia, hoy en día es llamada Gora Kalwaria (Monte del Calvario).

Como un símbolo de la nueva orden, San Estanislao adoptó la imagen de una paloma con una rama de olivo en el pico. Esto simboliza la esperanza y la fe en que Dios libraría a los Marianos de todas las barreras humanas, como lo hizo con Noé, salvándolo del diluvio y llevándolo a tierra seca.

Con nuevos aspirantes para integrar la orden, los Marianos esperaban ahora la aprobación papal de su nueva orden. Finalmente recibieron el reconocimiento con el Papa Inocencio XII en 1699. Sin embargo, tras la aprobación, los primeros Marianos decidieron unirse por un tiempo a los Franciscanos Menores. No viviendo más como ermitaños, profesaron sus votos solemnes de acuerdo a la "Regla de las Diez Virtudes Evangélicas de la Santísima Virgen María" (de origen francesa), y la comunidad de los Marianos continuó su lento crecimiento.

Con la muerte de nuestro Fundador en 1701, los Marianos vivimos nuestra primera crisis. Malentendidos internos dividieron a los miembros en dos grupos, uno a favor de la vida estrictamente contemplativa y otro que buscaba unir la acción apostólica con el espíritu contemplativo de la Orden. Este periodo es conocido en la historia interna de los Marianos como la "Dispersión de Rostkowski."

La continuación de los conflictos internos causó la postura negativa de algunos obispos y de dignatarios laicos. Por eso, en 1716 el Obispo Adam Rostkowski decidió cerrar el noviciado Mariano, instruyendo a los frailes Marianos a abandonar el monasterio y asumir servicios pastorales en las parroquias.

Por cosas del Plan Dios, la "dispersión" no duro por mucho tiempo .En 1722, el Obispo de Poznan, Pedro Tarlo, llamó a los Marianos dispersados para que regresaran a sus conventos y los convocó a un Capítulo General . En este Capítulo se eligió como Padre Superior General al Padre Andrés de San Mateo Deszpot, de procedencia checa, inicialmente recibido en la Orden por San Estanislao. Durante este periodo la Orden tomó como escudo una imagen de la Inmaculada Concepción, con la intención de fortalecerse y desarrollarse bajo su protección.

En este mismo capítulo, fue elegido como Procurador General, el Padre Joaquín de Santa Ana Kozlowski. A él le fue dada la misión de ir a Roma para obtener de la Sede Apostólica la aprobación de las Constituciones de la Orden y la liberación de la misma de la jurisdicción de los obispos locales. El Padre Joaquín cumplió muy bien su misión y en 1723, el Papa Inocencio XIII aprobó los estatutos Marianos y liberó a la Orden de la injerencia de los obispos locales.

Crecimiento Internacional

Durante la estadía del Padre Joaquín en Roma, conoció a un joven polaco, cuyo hermano había entrado a la Orden Mariana. El joven fue Francisco Wyszynski, luego conocido como el Padre Casimiro de San José, quien se perturbó profundamente al saber que su propio hermano, quien era novicio en aquel tiempo, estuvo entre aquellos que contribuyeron a las trágicas consecuencias del período de la "Dispersión de Rostkowski." Esta noticia encendió el propio llamado que Francisco recibía de Dios y le sirvió de motivación para ingresar a la vida religiosa y reparar los daños causados por su hermano. El solicitó su admisión a la Orden y fue el Padre Joaquín quien le confirió el hábito en Roma antes de regresar a Polonia.

El Padre Casimiro sirvió al Señor con mucho fervor y recibió reconocimiento entre sus contemporáneos y en la posteridad. A él se le atribuye el fortalecimiento y crecimiento de los Marianos durante la primera mitad del siglo XVIII. Fue bajo su liderazgo que los Marianos se establecieron también en Lituania, Rusia y Portugal. Gracias a los esfuerzos del Padre Casimiro, los Marianos se convirtieron en una Orden internacional. Además de polacos y lituanos, la Orden empezó a admitir rusos, portugueses, checos, húngaros, franceses e italianos.

El Padre Casimiro tuvo a San Estanislao en su más alta estima, de hecho podría decirse que bajo su liderazgo el carisma de la Orden, visualizado por San Papczynski, comenzó a realizarse plenamente. A partir de ese momento los Marianos fueron reconocidos como una Orden Religiosa que honraba la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María y que rezaba por las almas sufrientes en el Purgatorio.

Dos prioridades prevalecieron durante el liderazgo del Padre Casimiro, el papel de la Santísima Virgen María en la historia de la salvación y el legado del fundador Mariano, San Estanislao. Él señalaba a ambos como modelos para todos los miembros de la Orden Mariana en cómo fue su vida en la obra de Dios. La afinidad del Padre Casimiro con el espíritu del Fundador impulsó su propio trabajo y sirvió de inspiración para la expansión dinámica de la Orden durante el siglo XVIII.

El ferviente celo misionero llevó al Padre Casimiro a Portugal, para establecer personalmente allí el primer convento Mariano en la península Ibérica, donde murió en 1755.

Dos siglos más tarde, en diciembre de 1989, el Papa Juan Pablo II firmó el documento que marca el primer paso en el proceso oficial de canonización, el Decreto de las Virtudes Heroicas del Padre Casimiro Wyszynski. Por este motivo, actualmente lleva el título de "Venerable Sirvo de Dios."

Las directivas del Padre Casimiro para la Orden sirvieron de modelo para sus sucesores. En la segunda mitad de siglo XVIII, la Orden Mariana amplió sus actividades apostólicas en la que incluía, el trabajo en las parroquias cercanas a sus conventos para ayudar a los sacerdotes diocesanos en su ministerio. Además, por petición de algunos obispos polacos, los Marianos establecieron escuelas junto a sus conventos.

Más adelante, el Padre Raymundo Nowicki, uno de los más dinámicos Superiores Generales después del Padre Wyszynski, inició el apostolado de conducir retiros y misiones populares. También se le acredita la fundación de la Procuraduría General de los Marianos en 1779, establecida en el antiguo monasterio Cisterciense adjunto a la Iglesia de San Vito en Roma. En 1786 los Marianos se independizaron legalmente de los Franciscanos y la Sede Apostólica aprobó nuevamente la reciente versión de las Constituciones Marianas.

Cambios Políticos

A finales del siglo XVIII, los rápidos cambios políticos llevaron a la Orden de los Marianos casi a la destrucción. Como un breve anuncio de desastres posteriores fue la muerte de dos miembros de la Congregación: el Padre Francisco Kuprell y el Padre Alejandro Jelonek, quienes fueron capellanes durante la insurrección de Kosciuszko. Después de la derrota del ejército polaco cerca de Varsovia, ellos perdieron la vida en la matanza de polacos, realizada en el barrio de Praga por el ejército ruso dirigido por el general Suworowa el 4 de noviembre de 1794.

Junto con el fracaso de la Insurrección de Kosciuszko en 1975, Polonia perdió su independencia. Como resultado de este evento histórico la Orden se encontró dividida por las fronteras impenetrables que establecieron en Polonia los ejércitos ocupantes de Rusia, Prusia y Austria. Continuando con los males, Napoleón, después de ocupar Roma, ordenó a todos los extranjeros abandonar la ciudad en 1798, con esto expulsó a los Marianos de sus conventos y de la iglesia de San Vito.

Por si fuera poco, tras el Tratado de Viena en 1815, la mayoría de los conventos Marianos se encontraron en el recién creado Reino de Polonia, reino que era parte del Imperio Ruso, cuyo régimen zarista era abiertamente conocido como hostil a la Iglesia Católica. En 1834 el gobierno de Portugal, hostil con todas las Congregaciones, cerró todos los conventos Marianos en su territorio.

Como resultado de las derrotas de dos insurrecciones nacionales polacas contra la Rusia zarista, una en noviembre de 1830 y otra en enero de 1863, el gobierno se volvió muy estricto con las Órdenes Religiosas en Polonia. El régimen zarista prohibió la admisión de nuevos aspirantes a la vida religiosa. En 1865, después de la reapertura del convento Mariano en Mariampole, Lituania, todos los Marianos fueron deportados de allí por el zar. Con esto, la Orden fue sentenciada a una muerte lenta.

Muchos Marianos fueron exiliados a Siberia por su participación en la sublevación de enero de 1863. Uno de los exiliados más famosos fue el Padre Cristóbal Szwernicki, quien a pesar de su sentencia a trabajos forzosos, él se las ingenio para establecer una iglesia y la escuela en Irkuck, donde durante 50 años, estuvo al servicio de sus compañeros de exilio. Se dice que su espíritu cristiano de hospitalidad y cuidado pastoral sirvió de ejemplo para el futuro Carmelita y santo, el padre Rafael Kalinowski. Tan grande llegó a ser la fama apostólica del Padre Cristóbal que más tarde, con ocasión del jubileo de oro por su sacerdocio, el Papa León XIII lo reconoció como "Apóstol de Siberia."

Quedó un solo Mariano

El año 1904 trajo consigo la clausura del último convento Mariano en Mariampole y para 1908 quedaba vivo solamente un Mariano solo, el Padre Vicente Sekowski, último Superior General. Los demás Marianos habían muerto o habían ingresado al clero diocesano. Parecía que las persecuciones zaristas habían logrado que los Marianos aparentemente habían llegado al final de su existencia.

En este crítico momento de la historia de la Orden de los Marianos, el Padre Sekowski recibió la visita de un fervoroso y entusiasta sacerdote lituano, profesor de la Academia de Teología de San Petersburgo, el Beato Jorge Matulaitis-Matulewicz. Él tenía un profundo entendimiento del significado y contribución de las Órdenes Religiosas en la vida de la Iglesia. Convencido de la importancia que tenían estas Órdenes, el Beato Jorge estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para revivirlas en las tierras dominadas por la Rusia zarista. Por lo tanto colaboró con varios sacerdotes que compartían el mismo sentir, entre ellos, el conocido Padre Honorat Kozminski, Fundador de varias Órdenes Religiosas, quien más tarde sería proclamado Beato.

Como el Beato Jorge procedía de la parroquia de Mariampole, no debe extrañarnos que junto con su amigo, el Padre Francisco Buczys, también educado por los Marianos, ingresara en secreto a la Orden los Marianos, para evitar su desaparición en los duros tiempos en que la Rusia zarista perseguía violentamente a las Órdenes Religiosas.

En 1909, el Beato Jorge hizo sus votos religiosos en la presencia del Padre Vicente Sekowski y el Padre Francisco Buczys comenzó como el primer novicio de la renaciente Orden. Así, con la bendición de Dios, ambos comenzaron su gran tarea en la renovación y en la reforma de la Orden de los Marianos.

Intentando resucitar el carisma de San Papczynski, el Beato Jorge usó las Constituciones de la Orden, adaptándolas a los tiempos modernos y el 28 de noviembre de 1910, el Papa Pío X aprobó la renovada forma de vida de los Marianos. Seis meses después murió el Padre Vicente Sekowski, no obstante, esto no provocó que la Orden desapareciera.

La Orden Revive "El hombre de Dios"

Para evitar que las persecuciones del gobierno zarista afectaran a la Orden, el noviciado clandestino Mariano y su casa de estudios fueron transferidos de San Petesburgo, Rusia a Fribourg en Suiza. A partir de ese momento, la Orden experimentó un crecimiento constante. En 1927, el año cuando el Renovador, el entonces el Arzobispo Jorge Matulaitis murió, la Orden contaba con casi 300 Padres y Hermanos Marianos. Y continuó creciendo durante varias décadas, llegando a ser una comunidad de más de 600 Marianos en la actualidad.

El Arzobispo Jorge Matulaitis, no sólo sirvió a la iglesia como Renovador de los Marianos, sino también, como un destacado pastor en el Obispado de Vilna y excelente diplomático como visitador apostólico y arzobispo al servicio del Vaticano en Lituania. El Papa Pio XI, quien conocía al Arzobispo Jorge Matulaitis, lo describió como "un hombre de Dios" y "un hombre verdaderamente santo". Sesenta años más tarde toda la Iglesia reconoció al Renovador Mariano con el título de "Beato," presentando la vida del Beato Jorge como modelo y ejemplo para toda la Iglesia de lo que significa ser un verdadero sacerdote, religioso y obispo.

Además, el Beato Jorge le dejó a su familia religiosa el legado de un espíritu de renovación continua y generoso esfuerzo "por Cristo y la Iglesia". De hecho antes de morir, cuando reiteró su convicción de que el propio sacrificio es el camino por el que la mayor parte de los cristianos llevan su cruz, él urgió a los Marianos: "¡Cierren filas y sacrifíquense!".

Gracias a las reformas del Renovador, los Marianos empezaron una Congregación Religiosa moderna. Sin embargo, el Beato Jorge no cambió los principales ideales de la comunidad Mariana, como la devoción a la Inmaculada Concepción y su súplica por las almas que sufren en el Purgatorio. Más bien, se amplió el campo del apostolado Mariano y se introdujo cambios significativos en la forma de vida de los Marianos, adaptando esto a las necesidades de los tiempos modernos.

Entre estos cambios se sustituyó el hábito blanco de los sacerdotes con un traje adaptado de acuerdo al servicio que desempeñaban. También se puso énfasis en un apostolado lleno de sacrificio, abnegación y fervor más las tradicionales penitencias y sacrificios.

Los Marianos se han mantenido fieles a los deseos de su Renovador, predicando el Evangelio de Cristo en el mundo entero. Sin embargo, el rápido crecimiento de la congregación se detuvo con la Segunda Guerra Mundial, durante la cual los Marianos sufrieron dolorosas pérdidas, particularmente en Lituania, Bielorussia, Latvia y Manchuria.

Hoy en día la Congregación de los Marianos de la Inmaculada Concepción desarrolla en la Iglesia un fructífero servicio en varios campos apostólicos. Organizada en 6 provincias con más de 80 localidades dedicadas a la Obra de Dios en casi todos los continentes. En la actualidad los Apostolados Marianos sirven a Cristo y Su Iglesia con su espíritu renovador, de acuerdo al lema que les dejó su Renovador: "Por Cristo y la Iglesia".