En esta Pascua reflexionemos sobre el espléndido don de la esperanza

¡Feliz Pascua de Resurrección! Hoy, en las todas iglesias del mundo, los fieles cristianos nos reunimos para escuchar la antigua proclamación de que Jesucristo ha resucitado. Este es el día jubiloso en el que más nos regocijamos por la gloriosa resurrección de Jesús y por nuestra salvación del pecado y de la muerte.

En la Pascua celebramos algo que sucedió hace dos mil años, pero nosotros no la celebramos como un acontecimiento histórico del pasado, pues afirmamos que "Cristo ha resucitado y está vivo hoy." Hacemos esta proclamación porque celebramos la magnífica noticia de que Jesús resucitado sigue salvando a muchas personas día tras día. Celebramos su promesa de estar con cada uno de nosotros "todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28, 20).
Finalmente, celebramos la promesa del Señor, de que un día volverá en gloria y nos llevará a estar con él en el cielo. Así que el Triduo Pascual (del Viernes Santo al Domingo de la Pascua de Resurrección) es una ocasión en la que celebramos el pasado, el presente y el futuro de nuestra fe.
En esta Pascua queremos reflexionar sobre el espléndido don de la esperanza, un don que nos hace mirar hacia el futuro. Queremos saber cómo la resurrección de Cristo puede llenarnos de esperanza y cómo sus promesas, su poder y su presencia entre nosotros pueden convencernos de que tenemos frente a nuestros ojos un futuro esplendoroso y lleno de esperanza (v. Jeremías 29, 11).

La esperanza en el pasado y en el futuro. Hermano, trata de imaginarte lo que sentirías si estuvieras en una situación de peligro o dolor, en la que supieras que no hay esperanza de solución o alivio. Te sentirías totalmente atrapado, triste, frustrado, desesperado y con el corazón afligido y te preguntarías: ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué va a pasar? ¿Cómo voy a salir de este atolladero?

Ahora, piensa en lo que sentirías si estuvieras en una situación prometedora de alegría y felicidad. Mirando al futuro, te sentirías lleno de entusiasmo y esperanza, y te parecería ver nada más que luz y alegría, al punto de que te sentirías dispuesto a afrontar cualquier obstáculo. Podrías mirar al pasado con un sentimiento de paz y gratitud, tanto por todo el bien que hubieras experimentado como por las dificultades que te fueron ayudando a formar tu carácter y darle temple y entereza a tu alma.

La Pascua es nuestra esperanza. La Pascua de Resurrección despierta en nosotros un nuevo sentido de esperanza, pues su mensaje es que Jesús no solo murió en la cruz para luego regresar al cielo, sino que muriendo venció el pecado y luego resucitando volvió a nosotros. Además, dejándose ver por Pedro, María Magdalena, los discípulos de Emaús y muchos otros, nos dio la prueba de que todavía está muy involucrado en la vida de todos sus fieles, incluso tú y yo. Nos demostró que todavía quiere sanarnos y ayudarnos a seguir sus pasos, y de esa manera vemos que Cristo quiere infundirnos la gran esperanza de un futuro luminoso y nosotros deberíamos recibirla.

A veces uno va recorriendo su propio camino de Emaús, en medio de la incertidumbre o el desánimo, incluso sin saber cómo, pero lo bueno es que tú no tienes por qué quedarte allí. Acude a Jesús y pídele que te ayude. Observa las señales de esperanza que hay cerca de ti. Dedica unos minutos a orar con el Señor en la forma como hemos descrito; piensa en algo que sucedió en tu pasado e invita al Señor a observarlo contigo. Inténtalo varias veces en este tiempo pascual y luego reflexiona un poco para ver si te sientes más alegre, más relajado y más optimista.

En su primera Misa de la Vigilia Pascual, el Papa Francisco dijo: "Sigo recordando lo que Dios ha hecho y sigue haciendo por mí... recordando el camino que hemos recorrido juntos; esto es lo que nos abre el corazón a la esperanza para el futuro" (Homilía de la Vigilia Pascual, 30 de marzo de 2013). Recordar el pasado, ver la mano de Dios en él, contemplar el camino recorrido y pedirle al Señor que nos quite las espinas de los recuerdos dolorosos, si lo hacemos con frecuencia, brotará en nuestro interior una esperanza más clara y firme para el porvenir.

Un futuro glorioso. Así pues, deja que Jesús venga a ti en este tiempo pascual; deja que te muestre que tu futuro puede ser tan glorioso como el suyo; que te ayude a afrontar las dificultades que puedas encontrar en la vida, y cree que él está contigo a cada paso del camino, tal como lo estuvo con los dos discípulos de Emaús.

Quizás también le puede interesar esto...

Una de las devociones más hermosas y extensas es la del Niño Jesús, honrado bajo el título del Divino Niño. La confianza puesta en Jesús se fundamenta en Sus propias palabras:
Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo (Juan 14,13).
El valor de la familia va más allá de momentos de alegría y de apoyo en los momentos difíciles, ya que es en el núcleo familiar donde se cultivan los valores y se crean vínculos afectivos de respeto, lealtad y cariño.
La forma más simple para iniciarse en el don de la oración de evangelización es pedir la gracia de ver a la otra persona de la misma forma en que Dios la ve. Piensa en alguien que tenga una necesidad inmediata. Descríbele su situación a Jesús, y pregúntale qué puede ser lo que necesita esa persona