San José esposo y padre modelo

San José tuvo la valentía de asumir plenamente y sin reservas la paternidad legal del Hijo de María, a quien puso el nombre de Jesús, como el ángel se lo había revelado, "porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1, 21). ¡Qué hermoso ejemplo de amor y fe nos da San José, un hombre que, estando a punto de casarse, sorpresivamente se entera de que su novia está encinta! Él conocía muy bien a María y sabía que ella era seria, fiel y que amaba a Dios, pero ¡había quedado embarazada! Aun cuando al principio se sintió confundido, no dudó en obedecer lo que el ángel de Dios le anunció: "José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo" (Mateo 1, 20). El hecho de creer en esta explicación sobrenatural es claramente un testimonio de la firme fe y confianza en Dios que José tenía.

A partir de entonces, toda su vida estuvo dedicada a cuidar a María, su esposa, y a Jesús, su hijo adoptivo. ¡Qué contundente testimonio de seriedad y responsabilidad! Ahora mismo hay muchos jóvenes maridos que aman de verdad a sus esposas y a sus hijos y que asumen sin reservas su responsabilidad de ser protectores y proveedores de sus familias y su deber de servirles con amor y devoción todos los días de su vida. Y si hay algunos que no lo hacen, mucho les convendría cambiar de conducta, pues de esa manera podrán cosechar frutos hermosos y vivificantes de amor, felicidad, paz y muchos, muchos hijos y nietos.

A veces llamado el "Santo del silencio", pues no se conocen expresiones pronunciadas por él mismo, sí se conocen sus obras, sus actos de fe, amor y protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional hijo. San José es modelo de virtud: varón justo, obediente, magnánimo, fiel, humilde, esposo santo, padre ejemplar, amante del silencio, trabajador, generoso, con gran espíritu de sacrificio... y mucho más, pero aquello que más resalta es su pureza y su castidad. Dios no solo había elegido a una virgen como Madre de su Hijo unigénito, sino también a un padre que fuese igualmente puro y casto.

La devoción a San José. Durante los primeros siglos de la Iglesia, la veneración a los santos se enfocaba principalmente en los mártires, por ser testigos ejemplares de fe, valor y entrega a Cristo. Pero sí hubo numerosos Padres de la Iglesia, como San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros, que hablaron y escribieron sobre San José. Por su parte, San Ireneo de Lyon señaló que José, así como cuidó con amor y devoción a María, su esposa, y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege al Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia.

Oh, San José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos. Ayúdame, San José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, te tribute mi agradecimiento y homenaje. ¡San José, santo patrono de las almas que parten, ruega por mí! Amén.




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