Estaciones del Viacrucis

¿Cómo podemos estar "encendidos por la Divina Misericordia"? ¿Esperamos que todos nuestros problemas desaparezcan? Por supuesto que no, ya que siempre vamos a encontrarnos con problemas. Sin embargo, como cristianos, Jesús nos ha invitado a llevar nuestras cruces y seguirlo. ¿Pero cómo podemos alcanzar esto?

El mensaje de la Divina Misericordia y el Viacrucis proveen una respuesta. Ambas tienen presente a Jesús, nuestro Salvador Misericordioso, en el acto de redimir los pecados de la humanidad. Él nos da la victoria a través de Su Pasión, muerte y Resurrección y es la fuente de nuestra alegría.

Cuando aceptamos la Divina Misericordia, le damos la bienvenida al Camino, la Verdad y la Vida – el camino de regreso lejos de la desesperación del pecado hacia una amistad con Dios. De la misma manera, cuando meditamos en las 14 estaciones del Viacrucis, recibimos una apreciación visceral de cuanto Dios nos ama, que Él envío a Su Hijo quien se hizo hombre y murió como propiciación de nuestros pecados.

Incluso ambos, la Divina Misericordia y el Viacrucis, se enfocan en la meditación y oraciones por la Pasión y muerte de Jesús. Durante la Coronilla de la Divina Misericordia, por ejemplo, rezamos "Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero" (Diario de Santa Faustina, 476).

De igual manera, la Hora de la Gran Misericordia, la hora en que Cristo murió en la cruz, es parte del mensaje y devoción. Jesús le dijo a Santa Faustina que se "sumergiera" en Su Pasión todos los días a las 3p.m., "Hora de la gran Misericordia" (Diario, 1320). Más adelante, Él le recomienda que rece el Vía Crucis durante este tiempo, "hija Mía, en esa hora procura rezar el Vía Crucis, en cuanto te lo permitan los deberes" (Diario, 1572).

Estaciones en el Santuario
No es casualidad que Dios le haya traído a los Padres Marianos, quienes son promotores del mensaje, un benefactor quien gracias a su generosidad está haciendo posible la instalación de las estatuas del Vía Crucis en los jardines del Santuario Nacional de la Divina Misericordia. Las estatuas, las cuales reflejan el difícil camino de Jesús hacia Su muerte en el calvario, esperan ser instaladas en el otoño de este año.

"Las estaciones son bastante sorprendentes," dijo el Reverendo Padre Kazimierz Chwalek, MIC, Superior Provincial de los Padres Marianos en los Estados Unidos y en Argentina. "Cuando usted aprecia el sufrimiento de nuestro Señor, se puede dar cuenta que Dios no nos dio una redención simbólica. Él nos redimió al enviarnos a Su Hijo para nacer y vivir entre nosotros y como nosotros, excepto que Él no tenía el pecado. Jesús sufrió por nuestros pecados precisamente de acuerdo con nuestra naturaleza humana. ¿Cómo alguien puede entender esto y no afligirse por tanto amor?"

Un nuevo recordatorio de un mensaje eterno
Jesús se reveló a Santa Faustina como la Divina Misericordia, dijo el Padre Michael Gaitley, MIC, Director de la Asociación de Auxiliares Marianos. Él se reveló de esta manera para que tuviéramos un recordatorio del mensaje eterno: Que Dios nos ama, que no importa cuánto hayamos pecado, si nos arrepentimos de corazón, Él siempre nos perdona. Es por eso que hay tanto interés en la Divina Misericordia alrededor del mundo."

La Colina del Edén, hogar del Santuario Nacional de la Divina Misericordia y de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción, es el lugar perfecto para las nuevas estaciones del Viacrucis ya que es como "una central de la misericordia de Dios para todos nosotros."

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Recordemos que "mediador" es alguien que se pone entre las partes para ayudar a unirlas. Por lo tanto, si Nuestra Señora Madre de Jesucristo-Dios y Madre de todos al pie de la cruz, intercede para unir a Su Hijo con todas las almas, entonces podemos llamarla con toda razón Mediadora.

En este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado; era totalmente pura.

Alegrándonos de la Pascua meditemos juntos porque: "Este es el día que hizo el Señor! ¡Aleluya! ¡Alegrémonos todos en Él! ¡Aleluya! (Salmo 117).