La Fiesta de la Presentación del Señor

María y José fueron a Jerusalén para presentar al Niño Jesús y dedicarlo a Dios en el Templo. La devoción popular de los judíos contemporáneos sostenía que el Templo de Jerusalén era el lugar más importante del judaísmo, porque allí se encontraba la presencia de Dios.

El 2 de febrero también es conocido como la fiesta de la Candelaria, en este día se conmemora la purificación de la Virgen María después del parto y cuando Jesús fue presentado en el templo de Jerusalén, para cumplir el mandato de la Ley del Antiguo Testamento.

Aunque esta fiesta cae fuera del tiempo de navidad, es una parte integrante del relato de navidad. Es una chispa de fuego de navidad, es una epifanía del día cuadragésimo. Navidad, epifanía, presentación del Señor son tres paneles de un tríptico litúrgico.

Es una fiesta antiquísima de origen oriental. La Iglesia de Jerusalén la celebraba ya en el siglo IV. Se celebraba allí a los cuarenta días de la fiesta de la epifanía, el 14 de febrero. La peregrina Eteria, que cuenta esto en su famoso diario, añade el interesante comentario de que se "celebraba con el mayor gozo, como si fuera la pascua misma"'. Desde Jerusalén, la fiesta se propagó a otras iglesias de Oriente y de Occidente. En el siglo VII, si no antes, había sido introducida en Roma. Se asoció con esta fiesta una procesión de las candelas. La Iglesia romana celebraba la fiesta cuarenta días después de navidad.

Entre las iglesias orientales se conocía esta fiesta como "La fiesta del Encuentro" (en griego, Hypapante), nombre muy significativo y expresivo, que destaca un aspecto fundamental de la fiesta: el encuentro del Ungido de Dios con su pueblo. San Lucas narra el hecho en el capítulo 2 de su evangelio. Obedeciendo a la ley mosaica, los padres de Jesús llevaron a su hijo al templo cuarenta días después de Su nacimiento para presentarlo al Señor y hacer una ofrenda por él.

Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios con estas palabras: "Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz, como le has dicho. Porque mis ojos han visto a tu salvador, que has preparado y ofreces a todos los pueblos, luz que se revelará a las naciones y gloria de tu pueblo Israel" (Lucas 2:28-32).

La bendición de las velas antes de la Santa Misa y la procesión con las velas encendidas son rasgos originales de la celebración actual. El misal romano ha mantenido estas costumbres, ofreciendo dos formas alternativas de procesión. Es adecuado que, en este día, al escuchar el cántico de Simeón en el evangelio, aclamemos a Cristo como "luz para iluminar a las naciones y para dar gloria a tu pueblo, Israel".

No se pierda esta celebración tan especial del día de la Candelaria. Todos estamos llamados a encender el fuego del amor de Cristo y a llevar Su mensaje de Misericordia. Irradiemos en nuestros corazones Su luz salvadora que tanto necesitamos en estos tiempos de dificultad.

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