
A partir de entonces, toda su vida estuvo dedicada a cuidar a María, su esposa, y a Jesús, su hijo adoptivo. ¡Qué contundente testimonio de seriedad y responsabilidad! Ahora mismo hay muchos jóvenes maridos que aman de verdad a sus esposas y a sus hijos y que asumen sin reservas su responsabilidad de ser protectores y proveedores de sus familias y su deber de servirles con amor y devoción todos los días de su vida. Y si hay algunos que no lo hacen, mucho les convendría cambiar de conducta, pues de esa manera podrán cosechar frutos hermosos y vivificantes de amor, felicidad, paz y muchos, muchos hijos y nietos.
A veces llamado el "Santo del silencio", pues no se conocen expresiones pronunciadas por él mismo, sí se conocen sus obras, sus actos de fe, amor y protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional hijo. San José es modelo de virtud: varón justo, obediente, magnánimo, fiel, humilde, esposo santo, padre ejemplar, amante del silencio, trabajador, generoso, con gran espíritu de sacrificio... y mucho más, pero aquello que más resalta es su pureza y su castidad. Dios no solo había elegido a una virgen como Madre de su Hijo unigénito, sino también a un padre que fuese igualmente puro y casto.
La devoción a San José. Durante los primeros siglos de la Iglesia, la veneración a los santos se enfocaba principalmente en los mártires, por ser testigos ejemplares de fe, valor y entrega a Cristo. Pero sí hubo numerosos Padres de la Iglesia, como San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros, que hablaron y escribieron sobre San José. Por su parte, San Ireneo de Lyon señaló que José, así como cuidó con amor y devoción a María, su esposa, y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege al Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia.
Oh, San José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos. Ayúdame, San José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, te tribute mi agradecimiento y homenaje. ¡San José, santo patrono de las almas que parten, ruega por mí! Amén.